Conozco a Miguel Ángel Oliver desde hace más de veinte años. Ese tiempo ha pasado desde que ambos elaboramos un proyecto para un programa televisivo –luego fue un formato de gran éxito– que nos rebasó a nosotros, meros guionistas de aquel éxito. Buen compañero, tuve la suerte de aprender de él su buena técnica radiofónica y televisiva, tan inalcanzable para una plumilla de prensa de papel como la que suscribe. Siempre fue un periodista incómodo para el poder. Interiorizó desde muy temprano la labor de los medios como contrapoder del Gobierno, tuviera el color que tuviera.

Quizá por eso, no acabo de entender cómo el hoy secretario de Estado de Comunicación de La Moncloa se ha enrocado en una praxis absolutamente injustificable para un periodista. Medio millar de informadores (entre los que me cuento) de todas las tendencias, ideologías y sensibilidades políticas, han firmado un manifiesto para exigir que se acabe con las ruedas de prensa falsas, filtradas por La Moncloa para evitar que Pedro Sánchez tenga que enfrentarse a las cuestiones más incómodas sobre la crisis sanitaria que padecemos, que hoy suma ya 11.881 víctimas mortales. Aducir razones técnicas para evitar la entrada in situ –a través de videoconferencia, o por teléfono– de los periodistas es injustificable. Desde presidentes autonómicos, al líder de la oposición, Pablo Casado, y jefes de gobierno europeos, como Merkel o Conte, se someten a preguntas sin cribar de los medios para ejercer la transparencia de la que tanto habla este Gobierno y no practica.

Es curioso que Pedro Sánchez haya establecido este protocolo después de que afeó a Mariano Rajoy durante años que interviniera a través del plasma, extremo que no era del todo cierto porque cuando lo hacía era para comunicarse con compañeros de la Junta Directiva de su partido y no con los informadores. En esto, como en tantas cosas, lo de predicar y dar trigo es pura incoherencia. El futuro de los medios es cada vez más precario estando, como está, en manos de las decisiones caprichosas y oportunistas de los políticos. Será la forma de Pedro Sánchez para gobernar España, pero el decreto del estado de alarma que ha limitado nuestros derechos ha acentuado el deterioro deontológico de nuestra profesión. Hemos tragado desde hace meses que se convoquen ruedas de prensa sin preguntas, reuniones secretas para conformar un Gobierno, cuando Podemos había prometido hacer en streaminglas negociaciones… De esta situación también son responsables las propias empresas de los medios de comunicación, que han abdicado de defender la labor de sus periodistas y, en general, del valor de la libertad de expresión. Lo dicho: Oliver debería rectificar porque casi medio millar de periodistas, muchos de ellos enfrentados y con posiciones absolutamente diferentes, es imposible que formen parte de una conspiración judeomasónica contra Pedro Sánchez.