Mariano Rajoy, la esfinge, el don Tancredo de La Moncloa, aquel presidente que dejaba macerar los problemas hasta pudrirlos por ver si solitos se arreglaban, el mismo al que le colaron cientos de urnas ilegales en Cataluña en octubre de 2017, el mandatario que sacaba de quicio a sus enemigos porque los derrotaba por incomparecencia, ahora resulta que no puede esperar y se mueve cuando no debe por su barrio madrileño, Aravaca.
Los compañeros de La Sexta lo han inmortalizado mientras hacía su peculiar deporte, consistente en ese andar de marcha, —algo intermedio entre el reposado dominó de Fraga, y el trepidante pádel de Aznar—, incumpliendo el real decreto del estado de alarma, que prohíbe salir a hacer ejercicio a los ciudadanos. Resultado: ha conseguido desmentir la famosa amenaza de Alfonso Guerra a sus compañeros “el que se mueva no sale en la foto”. Rajoy se ha movido indebidamente; y ha salido en la foto. Vaya que si ha salido. La instantánea de la polémica es del domingo pasado, pero podría ser de un día de tantos.
No hay argumento que pueda esgrimir el expresidente que justifique tal torpeza —chándal, zapatillas de deporte, no lleva perro,…— o, mejor, la flagrante irresponsabilidad. La ejemplaridad de una persona que ha estado en la cúpula del Gobierno no prescribe, y menos en una coyuntura tan dramática como la que vive el país que dirigió. En difícil posición pone a su partido cuando, con razón, ha criticado el incumplimiento de la cuarentena por parte de Pablo Iglesias, siempre para hacer propaganda política.
La desafección de los ciudadanos por la política encuentra argumentos imbatibles con comportamientos como el del exjefe del Ejecutivo o, en su momento, el del vicepresidente Iglesias. Aunque los árboles mediáticos brotarán por generación espontánea como hongos en esta lluviosa primavera, no debe impedirnos ver el bosque de la falta de competencia del Gobierno para abordar la descomunal crisis sanitaria. Lo de Rajoy no tiene justificación. Pues eso, multa de seiscientos euros y arresto domiciliario. Como casi todos, pero con sanción económica. El mensaje de insolidaridad y falta de empatía es indefendible. Gracias expresidente por ese ejemplo de lo que no se debe hacer.