Alex Pastor es una figura de la factoría de Pedro Sánchez y Miquel Iceta, una productora inigualable. Como Salvador Illa, a quien el presidente encomendó la Sanidad como le podía haber encargado dar cursos de Ornitología, solo para cubrir la cuota catalana, Pastor era admirado por los líderes socialistas porque, oh, albricias, logró echar de la Alcaldía de Badalona al PP. Pastor es, o era hasta hace unas horas, alcalde de esa localidad catalana. Lo fue gracias a un acuerdo del PSC con lo mejor de cada casa: Podemos en su versión catalana. Las elecciones las ganó Xavier García Albiol, pero un acuerdo, absolutamente legítimo y democrático, le dejó en la oposición. El problema es que el caballo elegido para echar al PP de la carrera era el peor, como se ha demostrado y han sufrido durante estos años los badaloneses.
Queda demostrado porque Pastor acaba de salir de un calabozo, acusado de delitos de atentado contra la autoridad y contra la seguridad vial. La pasada madrugada fue arrestado por los Mossos d´Esquadra por encararse a los agentes, a uno de los cuales mordió, cuando le interceptaron saltándose el confinamiento y conduciendo con síntomas de embriaguez. Pocas horas antes, había pedido a sus conciudadanos que respetaran el estado de alarma y se quedaran en casa. Lo peor es que el PSC sabía desde hacía meses los problemas por los que pasaba el regidor, cuya conducta era vox populi en Cataluña, y no hizo nada para evitarlo. En plena pandemia, los ciudadanos de Badalona han tenido que ver cómo el que llegó de mirlo blanco al Ayuntamiento para apuntalar un cordón sanitario contra el PP, era una persona inestable, poco fiable y un peligro público. Con tener responsabilidad, Alex Pastor no es el único culpable. Igual Sánchez e Iceta saben algo de por qué no se decidió antes apartarle.