«Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad»

Me he preguntado muchas veces cuándo empezó este vis a vis con los animales. Quizá de cuando Pasífae se enamoró del toro blanco salido del Mediterráneo e hizo que la poseyera (versión antigua y menos romántica de la de “ese toro enamorado de la luna”). O cuando la serpiente se puso de cháchara con Eva para engañarla (a saber quién engañó a quién) y convencerla de que se llevara a Adán al otro Edén, al aún sin descubrir en su forma divertida: al huerto. Fue entonces cuando la hoja de parra pasó de ser una simple hierba a fuente de inspiración de Paco Rabanne, Coco Chanel o Amancio Ortega, por poner tres ejemplos entelares, pero vestirse con ese retal vegetal, manto de zarcillos e incubadora de caldos deliciosos, nos dejaría casi tan desnudos como a Marilyn cuando se ponía únicamente unas gotas de Chanel. Más tarde, se ha utilizado la hoja/culote unisex para hacer infusiones (muy buenas para el corazón -tan distante de su destino lógico para los pívot de baloncesto-).

Mas, volviendo a lo que me ocupa, seguro que existe un montonazo de casos con los requisitos suficientes para enriquecer una interminable enumeración de sucedidos que reflejen, si no el origen, sí la pertinaz dedicación a la zoofilia. Pero no voy a seguir persiguiendo cuál fue el primer caso corriendo alrededor del árbol de la vida, porque acabaría mordiéndome la cola.

Aquí y ahora, llegado al presente, voy a detenerme en una noticia que no he entendido enteramente. O sí. Y eso es lo que me empuja a escribir esto, por si alguien tiene a bien explicármelo. Soy torpe, no inhumano ni tengo zoofobia a nada ni nadie (sobrevivo en este mundo de sumisión obligada y leyes intangibles, entre plebe y políticos, sin caer en el forzado deterioro de mi condición humana). Y, bajo las leyes que propone imponer el Gobierno (¿la dictadura del pueblo?), me pongo a considerar, como en la petenera, al pie de un árbol sin fruto…, una noticia.

Los animales dejan de ser cosas y pasan a ser seres sintientes. ¡Aúpa! Por fin alguien se ha caído del guindo y se le ven las secuelas. Quién ha movido/deducido/consagrado esto tenía el corazón herido por el despotismo con que le trataron los animales (irracionales, pero seres sintientes) cuando trabajaba de portero del arca de Noé; que estaba hasta allí de pedir la entrada a los viajeros del crucero sin que le hicieran ni caso. Pues eso se acabó. A los animales sintientes ya la ley les ampara, pero imagino que les pondrá también obligaciones. O sea, derechos y obligaciones, lo que hasta ahora no tenían ellos ni los políticos, viendo el rendimiento de ambos.

Pues ya saben, a partir de ahora si se divorcian no solo cuentan los hijos, sino también el perro (con perdón) o la mascota al uso y disfrute, porque todos son iguales ante la Ley. Con lo que no solo vale que uno de los cónyuges se arruine con lo que tiene que pasar a su expareja por hijos, sino que también hay que contemplar el abastecimiento de pienso o delicatessen pertinentes para el resto de especies.

¡Bien por el Gobierno! No ha sabido paliar el déficit de natalidad pero ha abierto los cauces para aumentar la familia. ¡Bravo, PSOE! Has reactivado la familia numerosa que incentivaba Franco. Los españoles van a cobrar puntos por natalanimalasintiente. Pero tendrá el Gobierno que poner un baremo, que todos los futuros españoles no son iguales. Un perro o gato: tres puntos; un poni o caballo: diez; una jirafa, dromedario o similar: veinte puntos; un elefante: …… Adiós a las pensiones.

Y ojo con que no se meta un gato, perro u otro animal sintiente en casa cuando no esté, porque a ese okupa no lo echas ni con las Fuerzas de Seguridad del Estado. Daros tiempo, que tontos ya tenemos para hartar.