Acabamos de conocer un CIS repugnante. No hace falta ser periodista para estar indignado. Cuando pensábamos que el CIS de Tezanos, un socialista de carné al mando de una institución sociológica pública que pagamos todos, no podía caer más bajo, pues lo ha hecho. En un barómetro dedicado al coronavirus, las preguntas trampa, tóxicas, fundamentadas sobre tesis autoritarias ha dejado la respetabilidad de este centro público a niveles escalofriantes.

La manipulación demoscópica de este trabajo pasará a las Facultades de Sociología como el mejor ejemplo de lo que un profesional honesto nunca debe hacer. Preguntar si hay que restringir la libertad de expresión y “prohibir” la circulación de bulos e “informaciones poco fundamentadas” es la mejor manera de pisotear la libertad de información y ratificar la pulsión totalitaria del Gobierno que, so pretexto de la crisis sanitaria, está cercenando derechos fundamentales consagrados en la Constitución. Porque, según este Ejecutivo, ¿qué son informaciones poco fundamentadas? ¿Las que no gustan a La Moncloa? ¿Quién será el encargado de determinarlas? ¿Iglesias? ¿Monedero? Ambos ya han dejado claro que los medios de comunicación tienen que estar controlados para que sirvan al Ministerio de la Verdad, su verdad, naturalmente. Ese Ministerio de La Verdad, tan propio de los sistemas populistas y dictatoriales. Franco lo llamó Información y Turismo, pero Chávez y Castro sí optaron por la nomenclatura china, La Verdad suprema. No me dudarán de que todos estos líderes eran abiertamente democráticos.

Para Sánchez e Iglesias, las críticas no son admisibles. Hasta ahí podíamos llegar. Por eso el ínclito Tezanos, pregunta: “¿Cree usted que los partidos de oposición tienen que apoyar y colaborar con el Gobierno en todo lo posible dejando sus críticas para otros momentos?” Solo la formulación de esa pregunta, capciosa, tóxica y sesgada retrata a su ideólogo, que no es otro que el propio Pedro Sánchez. 

Y luego está esa otra cuestión que pide a los encuestados que valoren la situación económica, al margen del Covid-19. No se puede ser más burdo. ¿Al margen del Covid-19? ¿Al margen de una pandemia que va a provocar la mayor recesión desde la guerra civil, que el paro se dispare por encima del 25 por ciento y que ha obligado a cerrar medio millón de empresas? ¿Estamos locos? Bueno, pues todavía hay un 52 por ciento que dice que no es mala. Un premio merecen.

La obsesión del tándem Sánchez-Iglesias por la censura es legendaria. Por eso, hemos pasado de que primero las ruedas de prensa eran sin preguntas libres, al momento actual, en el que se hacen preguntas pero los ministros no responden. Pero debajo de todo esto, lo más grave es el debate que subyace: si la lucha por la salud de todos puede ser una coartada para instalar un Estado totalitario, limitando la libertad de expresión, la pluralidad informativa, callando a la Prensa, cercenando los derechos de todos y además que lo santifiquemos en el CIS, con preguntas sucias. Porque nadie debe olvidar que el estado de alarma solo permite “limitar” los derechos, no “suspenderlos”, para lo cual el Gobierno debería haber decretado el estado de excepción.

Ayer ya nos quedó claro que Iglesias se considera un hombre con suerte porque tiene jardín en el que pasear a sus niños, él, que tachó de casta a los que no vivieran en Vallecas. Sabido que ese jardín lo tiene por suerte, no porque le concedieran una hipoteca de cientos de miles de euros en una caja de ahorros independentista cuando solo tenía dos años por delante de sueldo como diputado; sabido que Sánchez se maneja mejor imponiendo mordazas que comprando mascarillas para que los ciudadanos nos protejamos; sabido todo esto, hay algo que tiene que saber este Gobierno. La libertad no está ni va a estar en cuarentena.